21 noviembre, 2024
Elenablog

Yo, que soy madre de tres hijos en edad escolar, me he preguntado muchas veces si a mis hijos les pasara algo en el colegio ¿habría gente preparada para evitar un desenlace horrible?

Cuando digo “algo en el colegio” no me refiero a la caída desde un columpio o el balonazo en plena cara. Me estoy refiriendo a algo más grave.

A un desvanecimiento en el patio después de un golpe de calor o un atragantamiento en el comedor. A un golpe en la cabeza después de rodar por las escaleras o algo similar.

Me estoy refiriendo a actuar mientras se espera al servicio de emergencia.

Los padres queremos creer que nuestros hijos están cuidados, y a mi no me cabe ninguna duda que es así, pero no quiero ni pensar si alguna vez pasa algo…

Porque nunca pasa nada… hasta que pasa. 

Ha habido casos fatales de niños en los colegios. El año pasado un niño de 7 años en Granada se desplomó en el patio de su colegio, no había desfibrilador ni personal preparado para devolverle la vida.

En varias Comunidades Autónomas hay obligatoriedad de instalar desfibrilador en determinados sitios, pero no en colegios, ni institutos ni universidades.

El desfibrilador es sencillísimo de manejar (se aprende en menos de un día), y su coste es muy bajo.

No dejo de preguntarme cómo es posible que, cuando hablamos de estos temas con los responsables de centros educativos, nos afirmen que tanto la formación en reanimación cardiopulmonar como la adquisición de un desfibrilador es algo esencial y fundamental para centros con tanta responsabilidad, y, sin embargo, no se cumple ni la formación ni el desfibrilador. 

No se cumple porque no es obligatorio. Así de sencillo.

Todos vemos necesario que se sepa actuar, pero no hay formación porque no hay ley que obligue a ello.

Todos vemos muy aconsejable que existiera un aparato que salvara la vida de nuestros hijos si les ocurriera algo, pero no se adquiere porque no es obligado.

Pues yo pido que sea obligatoria la formación en técnicas de reanimación cardiopulmonar para todos los miembros de los centros educativos, profesores, auxiliares, ayudantes, … todos los que estén al cuidado de mis hijos.

Yo pido que se instalen desfibriladores en los centros educativos. Porque son baratos y pueden salvar una vida.

Porque nunca pasa nada… hasta que pasa.